>Pintor ceramista nacido en Sevilla el 7 de Abril de 1858, siendo bautizado en la parroquia de San Martín. Hijo del pintor y ceramista Manuel Arellano y Oliver(1830-1906) y de Ana Campos y López. Su padre fue su primer maestro, pero también asistió a las clases nocturnas de dibujo y pintura que Eduardo Cano impartía en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, trabajando como pintor en sucesivas etapas en los talleres de Francisco Díaz, Manuel Soto y Tello, La Cartuja (diez años), José Mensaque y Vera (en 1890) y la fábrica de la Viuda de Gómez, todos en el barrio de Triana.
Dejó testimonio de su alta calidad artística y pictórica, así como su variedad temática: retratos, portadas, zócalos, jardineras, platos, chimeneas, ánforas, tinajas y retablos. Alternó su oficio con la política, a la que se entregó por vocación de servicio a sus vecinos, siendo Concejal del Ayuntamiento sevillano desde 1903 a 1906 por el Partido Republicano. El 9 de diciembre de 1906, cuando contaba cuarenta y ocho años de edad, ocurriría su fallecimiento en la ciudad de Badajoz de una forma trágica e inesperada. Ocurrió mientras visitaba a su padre enfermo –que vivía con su hermana Dolores en la capital pacense- para acompañarle en sus últimos instantes, contagiándole éste la pulmonía infecciosa que padecía, falleciendo ocho días más tarde que su progenitor.
Son obra de Manuel Arellano Campos las figuras alegóricas de El Trabajo y La Prudencia que aún se conservan en la fachada de Cerámica Santa Ana, cuyo edificio a finales del XIX albergó la Fca. de Cerámica de la Vda. de Gómez, donde trabajó este artista hacia 1900.
Consultados los periódicos editados en Sevilla que recogieron su inesperada pérdida, coincidieron en resaltar su simpatía y espíritu de servicio a los demás, calificándolo de «obrero modesto e inteligente, muy querido en Triana», a la vez que muy apreciado en la Corporación municipal que presidía como Alcalde D. Cayetano Luca de Tena.
Aunque fue enterrado inicialmente en Badajoz, a cuyo sepelio acudió incluso el Alcalde de aquella ciudad, a los cinco años de su muerte, el Ayuntamiento de Sevilla costeó el traslado de sus restos mortales –incorrupto al igual que su padre- a Sevilla, donándole una sepultura de primera categoría (según cita Cascales) y rotulando una calle del barrio de Triana con su nombre, en la zona del Patrocinio. En la actualidad la calle abarca desde la Ronda de Triana hasta Clara de Jesús Montero.
Documentación: Cascales Muñoz, José. “Las Bellas Artes Plásticas en Sevilla: la pintura, la escultura y la cerámica artística desde el siglo XIII hasta nuestros días. Sevilla,1929, p 136-139 y Gestoso y Pérez, José. “Historia de los Barros Vidriados”, 1904.
Hemeroteca:
(1) El Liberal, 15-XII-1906 p.3 y 18-XII-1906 p.1
(1)El Noticiero Sevillano, 10 -XII- 1906, p.1 y 11 -XII-1906, p1
(2)El Porvenir, 15 de diciembre de 1906, p.3 y Viernes 21 de diciembre de 1906