Pintor ceramista nacido en Sevilla el 10 de Enero de 1913, residiendo muchos años en el barrio de Triana, en la zona del Turruñuelo. Buena parte de su trayectoria profesional va unida íntimamente a la del prestigioso ceramista Antonio Kiernam Flores, su amigo, maestro y compañero (se llevaban algo más de diez años), pues se conocieron cuando trabajaban para Casa González, luego estuvieron juntos en la Fábrica Santa Ana (calle Antillano Campos) y posteriormente continuaron trabajando juntos cuando Kiernam asumió la dirección artística de Cerámica Santa Ana, en la que Hornillo permaneció desde 1940 hasta mediados de los años cincuenta. Era tal su sintonía artística, que hasta la firma de Hornillo era copia de la de Kiernam, uniendo la A y la H como Kiernam la A y la K.
Tras un corto paréntesis en el que trabajó para una fábrica de cerámica en Osuna (Sevilla), regresó a Sevilla, residiendo en la antigua calle Aracena. Colaboró entonces con diversas fábricas y talleres, como la antigua Mensaque y Vera cuando la regentó Antonio Vadillo Plata en la década 1950 y 1960, y con Antonio Martín Bermudo “Campitos” cuando tenía el taller en el Patrocinio, zona donde vivía Hornillo, entablando amistad con el también ceramista Antonio Caro Parra. Con éste último trabajó en la calle Covadonga para el industrial Antonio Gimena y en los años setenta en Ceramibérica. En esta última industria permanecería poco tiempo, pues por enfermedad fallecería poco más tarde en su casa del barrio de San Bernardo, aunque antes de llegar a este barrio residió algunos en el barrio de la Calzada, en la zona conocida como La Laboriosa.
Casó con Eloisa Garduño Delgado, teniendo tres hijos: Antonio, María y Pepi. Durante muchos años los datos biográficos y artísticos que íbamos recopilando eran los testimonios orales que nos facilitaban los compañeros ceramistas que trabajaron con él. En los últimos meses de 2014 recibimos comunicación vía correo electrónico de su hija Pepi, residente fuera de Sevilla desde hace años, quien nos ha ilustrado sobre la figura de su padre y los recuerdos que de él tenía, así como de las obras que conservaba de él. Entre otros temas, recuerda lo mucho que le gustaba el fútbol y el cante flamenco, llegando a participar hasta en concursos de cante hondo, con su compadre que era el guitarrista. También recuerda como su padre le cortaba mechones de su cabello para hacerse los pinceles para pintar, porque lo tenía fino y lacio.
A pesar de que tenía un ligero grado de estrabismo y era daltónico, no supuso obstáculo en su producción artística. Hasta sus últimos días estuvo pintando, sobre todo al óleo, a pesar de su merma de facultades visuales (utilizó hasta una lupa). Uno de sus últimos cuadros fue una Virgen de la Esperanza de Triana vestida de hebrea, que fue encargada por un particular que finalmente no recogió su encargo y lo conserva su hija Pepi como un importante icono sentimental. Recuerda que por entonces -1972- vivían en el barrio de San Bernardo, en la calle Gallinato 16. Falleció hacia el año 1980.
Fuente: Recopilado por Martín Carlos Palomo García, ceramófilo sevillano, a partir de datos recabados entre los distintos ceramistas que le conocieron y los aportados por su hija Pepi Hornillo Garduño en octubre de 2014.
Fotografías: Archivo familiar del pintor, facilitadas por su hija