Medina Moreno, José

UN SEVILLANO EN TIERRAS ANDINAS

El 11 de agosto de 1921, en Sevilla, España, nace don José Medina Moreno. El joven andaluz que había aprendido la técnica de la cerámica sevillana, un día decide viajar a América en busca de  otros países donde cultivar su arte.

De su etapa sevillana hemos podido encontrar retablos cerámicos firmados por él en la Fábrica de la Viuda de Luis Gordillo, como el de la Divina Pastora en la Plaza de Las Almonas de Sanlúcar de Barrameda, y otros, como el de la Virgen de la Soledad , de Málaga, en un taller que debió tener en el barrio de Triana, en la calle Antillano Campos 22.

Es así como en Julio de 1964, llega a Chile. En la ciudad de Los Andes, donde el empresario agrícola Carlos Rivacoba, había fundado la Cerámica Artística de Los Andes (CALA), contrata a José Medina Moreno para que desarrollara todo su arte en este naciente taller de cerámica. No pasaron muchos años en esta actividad como empleado dependiente. El espíritu y el temperamento del artista no compatibilizaba con la rutina de CALA, y decide independizarse para dar libertad a su talento.

Es así como inicia su extensa labor en forma independiente desarrollando innumerables obras de cerámica en la ciudad de Los Andes, Santiago, San Felipe, y otros lugares de Chile que los ignoramos. Su pintura en cerámica se centra en obras de tipo religioso. En la ciudad de Los Andes, se encuentra la mayoría de sus trabajos, en la Iglesia de la Congregación de Los Padres Pasionistas, en la parroquia Santa Rosa de Los Andes, en el cementerio parroquial, en el Instituto Chacabuco de los Hermanos Maristas. Pero sin lugar a duda, donde se puede encontrar toda la esencia de su arte es en Centro Español de Los Andes, lugar en que pudo volcar todo su amor a su querida Sevilla.

El 9 de abril del año 2005 a la edad de 84 años, deja de existir en la ciudad de Los Andes. No deja descendientes, sólo su esposa doña Elba Torrealba. Tenía programado, como todos los años, viajar a su tierra natal, pero el destino que Dios le tenía no lo permitió. Su partida dejó un gran dolor y un vacío en la comunidad hispánica de Los Andes. Sus amigos del Centro Español, en un emotivo y sentido homenaje póstumo, el pasado mes de octubre de 2005, otorgaron su nombre al Patio Sevillano, obra que diseñó y elaboró con todo el sentimiento artístico para expresar el cariño que sentía por sus amigos del Centro Español de Los Andes y por la Comunidad Andina.

A un año de su fallecimiento, aún sigue vivo el espíritu de nuestro amigo y camarada de tantas jornadas en el Centro Español de Los Andes. Santiago de Chile, mayo de 2006.

Fuente: Página Web de la AIECH (Asociación de Instituciones Españolas en Chile), mayo 2008