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Vasija utilizada como urna cineraria, de borde exvasado ligeramente vuelto, cuello estrangulado, cuerpo de perfil esférico y pie sin indicar con el fondo hundido con umbo. Presenta una decoración pintada consistente en una banda en la cara exterior del borde y dos frisos delimitados por tres bandas anchas horizontales y paralelas. El primero de los frisos presenta una decoración estampillada con motivo vegetal, y el segundo un motivo pintado a base de semicírculos concéntricos. Se trata de uno de los recipientes más característicos del ámbito ibérico, por su forma globular y por unir varias técnicas decorativas. En el mundo ibérico peninsular, hacia los siglos IV y III a.C., los ritos funerarios se caracterizaban por la incineración del cadáver en una pira funeraria y la introducción de los restos en una vasija que servía de urna cineraria. Junto a los restos humanos se colocaba el ajuar del difunto, formado por elementos que en vida le servían tanto como identificador social o elemento de prestigio, como elemento de su actividad económica. Posteriormente todo ello era enterrado en necrópolis organizadas jerárquicamente a partir de las élites socioeconómicas. (Museo Arqueológico Nacional)

Conjunto

Madrid. Museo Arqueológico Nacional