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Botijas peruleras (así denominadas a nivel popular usando el adjetivo gentilicio relacionado con uno de los destinos que éstas tenían cuando partían del puerto de Sevilla, en alusión a las destinadas al entonces Virreinato del Perú)
La mayoría de las botijas que hoy forman parte de nuestras colecciones públicas y privadas no proceden de las destinadas finalmente al comercio -que obviamente se encontrarían ahora en sus respectivos destinos- sino de las utilizadas en las construcciones andaluzas de los siglos medievales y modernos. Era frecuente otorgar tal destino a las que salían del horno con algún defecto que las hacía inservibles como contenedores.