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Estamos ante un retablo pintado por Antonio Kiernam poco después de fallecer su tío y maestro Manuel Rodríguez y Pérez de Tudela (1926), pues firma como sucesor suyo. Además, sigue utilizando para la hornacina el mismo modelo tantas veces repetido por la Fábrica Santa Ana, fácilmente reconocible por el arco acasetonado y las cartelas con querubines en los ángulos superiores.