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En el siglo XV tuvo lugar un hecho que ha marcado hasta la actualidad la relación ecijana con el predicador de Tarso: es el denominado “Milagro de San Pablo”. Ocurrió en la madrugada del veinte de febrero de mil cuatrocientos treinta y seis en la persona del joven Antón de Arjona, al que en una aparición, el Apóstol encomendó la tarea de advertir a las autoridades locales de los vicios y pecados que se cometían contra Dios, amenazando con una epidemia de peste si éstos no se corregían. Para que fuera creído en su encargo, le anudó los dedos de la mano derecha y le ordenó que se organizara una procesión con las jerarquías civiles y religiosas y todo el pueblo al convento de San Pablo y Santo Domingo, de la orden dominica, y allí, después de la Santa Misa y sermón, a la vista de todos, pasó la mano por una cruz, desatándoseles los dedos y quedando la mano sana. El Cabildo municipal, en recuerdo de este hecho y como acción de gracias por la protección del apóstol, formuló el voto perpetuo de acudir cada año, el día veinticinco de enero, festividad de la Conversión de San Pablo, al citado templo en procesión y celebrar solemne función religiosa, lo que se sigue realizando de forma ininterrumpida hasta el día de hoy. En ese acto, el alcalde de la ciudad, en nombre de la Corporación Municipal, renueva el voto de acudir el año próximo a la celebración y también lo hacen a título particular todos los fieles que lo desean. Asimismo, se da lectura a un documento conservado en el Archivo Municipal, en el cual el escribano del rey y del Concejo de Écija, Alonso Fernández de Guzmán, da pública fe de los hechos portentosos ocurridos aquel día. (www.ecija.es)

Leyenda que contiene la obra

1436 Aparición del Apóstol San Pablo 1937