Más datos

Resulta muy curioso y extraño observar como la firma del pintor Emilio Sánchez Palacios ha sido borrada casi en su totalidad mediante raspaduras, que no obstante, no han conseguido eliminarla del todo y aunque así hubiera sido, su firma seguiría bien patente en la maestría con la que acostumbra a resolver los difíciles rostros de nuestras imágenes más populares. En cambio, la firma de la fábrica (Cerámicas Ruiz Gil) permanece inalterable.