Bibliografía

800 años de historia del azulejo. Catálogo del Museu Berardo Estremoz. (VER)

Más datos

Uno de estos azulejos pintados en azul representa un diseño muy original, ideado probablemente para formar el remate de un zócalo, ya que sólo muestra continuidad en sentido horizontal y se completaría con los azulejos adyacentes. La inclusión de figuras de querubines hace pensar, por razones de decoro, en que ocuparían una zona alta del zócalo [101- 3799]. El querube es el elemento central de un balaustre torneado, atado lateralmente a otros dos elementos de extremos curvos y espirales que, a su vez, quedan unidos a otros medios balaustres que se completarían con los que aparecen en los azulejos colaterales. Collares de perlas y guirnaldas de paño, inspirados en los candelieri romanos cuelgan entre algunos de los elementos. Este tipo de crestería recuerda muy literalmente los remates de rejas renacentistas, de hierro forjado, tan frecuentes en el arte español. Sobre fondo blanco y dibujo en azul, se han empleado el azul, el amarillo, el ocre y el verde.

Pero debemos detenernos en mencionar un detalle técnico de enorme interés: el trasdós de este azulejo no es liso, como es costumbre en los azulejos peninsulares, sino que muestra en su centro un rehundimiento de forma cuadrada y en su fondo una cuadrícula en relieve. Esta marca debió ser provocada por la presión de una matriz cuando la arcilla aún estaba fresca y se haría con la intención de favorecer la adherencia del azulejo a la pared al permitir que el mortero de adhesión al muro entrase en el cuerpo del azulejo para así dificultar una posible caída si la adherencia disminuyera. Esta costumbre era frecuente en Génova. Pude contemplar en 1990 azulejos con este rasgo en los materiales hallados en las obras de la Cartuja de las Cuevas, en Sevilla, lo que era fácil de justificar, ya que disponemos de datos que confirman la presencia en Sevilla de ceramistas venidos de Liguria. Hasta ahora era conocida la presencia de ceramistas de ese origen por documentación, pero ninguna obra de azulejos ha sido identificada hasta el momento que les pueda ser atribuida. Son varios los nombres que conocemos de maestros genoveses de loza y azulejos, datos que no deben extrañarnos dadas las intensas relaciones comerciales entre los puertos de Sevilla y Génova en los siglos XV y XVI. Antonio Sambarino, Virgilio Cortivas, Salamone o Giuseppe Pesaro son nombres que conocemos desde que José Gestoso publicara varias noticias documentales sobre tales maestros italianos que estaban en Sevilla, al menos, desde la década de 1560 como se deduce de algunos documentos de los publicados por él.

Azulejos como éste forman parte del pavimento de la capilla del Nacimiento de la Catedral de Córdoba, precisamente colocados ante el frontal con la escena de la Adoración de los Reyes Magos, no datado pero firmado con las iniciales Rº.E. que Santos Simões atribuyó provisionalmente a Roque Hernández. Ignoramos si los azulejos del frontal también poseen este detalle técnico en sus respaldos.

Es muy probable, por tanto, que el azulejo que se ha descrito fuera producido en Sevilla por alguno de estos ceramistas italianos en las décadas de 1560-1580. (Alfonso Pleguezuelo Hernández).

Conjunto

Estremoz. Museo Berardo Estremoz