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El zócalo tiene una altura de 80 cm. Está compuesto por una escena central de tres azulejos de 12.50 x 12.50 cm. de alto. La longitud del zócalo es de 12.50 metros, distribuidos entre el frontal y los laterales de la capilla.
El zócalo se compone (de arriba hasta abajo) de: verduguillo, guardilla, escena central, verduguillo, guardilla, verduguillo, basamento y verduguillo.
Medidas de la guardilla: 7 x 12,50 cm.
Medidas azulejos basamento: 12.50 x 12.50 cm.
Medidas verduguillos: 4 x 12.50 cm.

La capilla de la Anunciación de la Iglesia de Santo Domingo se encuentra en la nave del Evangelio y la talla del retablo que la preside está atribuida a Jerónimo Hernández (1540-1586).
El zócalo está fechado en 1594, justo un año después de la construcción de la capilla a cargo de D. Francisco Gil, en 1593. La capilla se restauró en 1731.
Se trata de un zócalo de gusto renacentista, decorado con elementos vegetales, cestos frutales, angelotes y aves. La paleta es amplia: verdes cobrizos, azules, amarillos (fondos), naranjas y negros.

Aunque existe una disminución de los grutescos, la obra de los Valladares deriva ornamentalmente de la de Augusta. El iniciador de la tradición cerámica de los Valladares será Juan, aunque de él no se conozcan obras. El zócalo que nos ocupa debe de ser obra de Hernando, hijo de Juan, con posterioridad la labor sería continuada por los dos hijos de Hernando, el primero del mismo nombre y el segundo llamado Benito. Al mismo autor cabría adjudicar la obra de la Iglesia de Santo Domingo de Lima, de los años 1604 - 1606.

Es interesante valorar la diversidad de motivos decorativos, así como la diversidad de los diseños de los azulejos seriados, todos los comunes en la azulejería de finales del XVI. Existe clara semejanza con la decoración del frontal de altar de Santa Justa y Rufina, de Hernando de Valladares, en el Museo de BB.AA. de Sevilla, o el frontal procedente de la iglesia de la O de Sanlúcar, también de Valladares.

El estado de conservación es deficiente y se observan desprendimientos, desaparición de azulejos, piezas mal colocadas, suciedad acumulada, restos de morteros y sustituciones anómalas de piezas. No obstante, una intervención urgente nos devolvería la riqueza de una obra cerámica de incalculable valor histórico y artístico.