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Nos encontramos ante una muestra singular de cerámica de montería trianera del XVIII, tanto por sus dimensiones como por su colorido.
Sobre este zócalo escribe José Gestoso en su “Historia de los barros vidriados sevillanos…” pág. 341-342, una simpática descripción que, por su interés transcribimos:
“… y en la capilla de San Francisco, hay otros zócalos que pueden estudiarse como muestra de la decadencia de la cerámica sevillana. Miden 730 cm. de largo y 140 de alto. El del lado de la Epístola está dividido en tres compartimentos: en los primero y tercero, vemos casas, árboles, pescadores, barquillas, arrieros y otros caprichos; todo expuesto sin orden ni concierto, y en el del centro vese una tarjeta a la que sirven de tenantes monstruosos leones, dentro de la cual, háyase representada la Caza por una figura alegórica de dama, vestida al gusto de su tiempo. En la cabecera de este zócalo háyase el escudo con la cruz flordelisada de Santo Domingo. En el frontero (pared de enfrente) encontramos análogos asuntos: cacerías, fuentes, iglesias, casas, árboles, toros persiguiendo a hombres, caballeros cabalgando, señoras sentadas en el campo, castillos, puentes y otros asuntos que denotan la ingenuidad infantil del compositor, nacida de su falta de ilustración artística, pues, todos estos asuntos se ve que fueron pintados sin un plan metódico de composición a medida que iban acudiendo a su mente, faltos de unidad y armonía.
No obstante, tales efectos, tienen hoy para nosotros además de darnos a conocer la perversión que alcanzó el mal gusto artístico, el conocimiento y estudio de los trajes y de las costumbres de la época. Todas las figuras están pintadas en azul zafre(1) sobre fondo blanco, y, solamente, en el escudo ya citado de la orden dominica y en el de la franciscana; que se ve al principio del zócalo de que tratamos, hay algunos ligeros toques de amarillo.
En suma, son interesantes ejemplares para la historia de nuestra cerámica, y conocemos pocos que puedan aventajarles en genero de azulejos de montería. Aunque carecen de firma puede asegurarse que no proceden de la misma mano que los de la Capilla de las Ánimas…”

(1).- Óxido de cobalto mezclado con impurezas, obtenido en la tostación de minerales. Se utiliza como colorante en esmaltes, porcelanas y vidrios.

Sobre la ubicación de estas pinturas, cabe señalar que la Capilla de San Francisco, hoy formando parte de la Iglesia, fue en su día la Capilla de un desaparecido convento, lo que explicaría la existencia del escudo franciscano que encontramos al principio de uno de los zócalos o la flor de lis de Santo Domingo en otro. No obstante, extraña esta temática civil en un espacio religioso, por lo que habría que pensar que esos zócalos pudieran provenir de algún edificio civil cercano.
En otros espacios nobles hemos podido localizar cerámicas de factura muy similar. Concretamente en el Palacio de la Condesa de Lebrija, justo en su comedor de verano.

Conjunto

Rota. Iglesia de Nuestra Señora de la O