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Se trata de uno de los retablos más antiguos del Santísimo Cristo de la Expiración que están firmados, tras el que se encuentra en la fachada de la Basílica donde radica la Hermandad (de Manuel Arellano, hacia 1900). Ello se deduce de la fábrica donde se ejecutó, la de Mensaque Rodríguez y Medina, que estuvo activa entre 1905 y 1917.

Está muy fracturado y con zonas de esmalte desprendidas, lo cual denota que procede de una ubicación anterior. Su estado de conservación se ve agravado por la existencia de una estructura metálica que sostiene un toldo para dar sombra, que incluso ha llegado a estar fijada sobre el propio azulejo. (Martín Carlos Palomo García).