Para conocer la vida y la obra de este ceramista trianero de la segunda mitad del siglo XIX recurrimos a lo publicado por José Gestoso (1903) y José Cascales (1929). El primero de ellos le conoció y trató personalmente en su taller de Triana, y el segundo nos ofrece principalmente datos y detalles de su trayectoria vital y artística.
Gestoso cita su nacimiento hacia el 1824, y Cascales afirma que nació el 7 de octubre de 1829, siendo bautizado en la iglesia parroquial de Santa Ana el día 10 del mismo mes. Cuando alcanzó los treinta años contrajo matrimonio con doña Dolores Ramírez Rincón.
Después de estudiar la Pintura en las clases del Museo desde que era muy niño, se dedicó a la cerámica, haciendo su aprendizaje en el alfar de su primo José Espinosa y Díaz, donde pintó mucha loza, fina y basta, hasta que se estableció por su cuenta montando una fábrica que fue conocida por la del “Husillo” y que no tardó en hacerse famosa por el impulso que le dio.
José Gestoso lo encuadra como uno de los artífices que contribuyeron al segundo renacimiento de la cerámica trianera, al que califica como “práctico de la antigua escuela, conocedor de la técnica, pero profano en el arte, en cuyos talleres tuvimos el gusto de hacer los primeros ensayos para restaurar las buenas tradiciones de esta industria.”. Prosigue más adelante afirmando que las primeras materias todas existían, el conocimiento de los colores era muy del dominio de los artífices Soto y Díaz, la práctica artística la poseían los pintores que en su taller pintaban (Tortosa, Arellano, Fourrat, Soto): “¿Qué faltaba pues? Una atinada dirección y aún cuando se nos moteje de inmodestos o presuntuosos, nos vemos obligados a decir que a nosotros se debieron los primeros ensayos en una escala modestísima. Por los años de 1874, llevados de nuestras aficiones, frecuentábamos el taller de don Francisco Díaz, conociendo en él a Vicente Fourrat y al distinguido pintor Manuel Tortosa.”
Así pues, unos años más tarde, en torno a 1879, fruto de la labor conjunta de los ceramistas y las orientaciones de Gestoso se distinguió su fabricación por algunos objetos artísticos que fueron pintados por Vicente Fourrat Campos, Manuel Tortosa Fernández, Manuel Arellano Campos y otros. Su fama fue tal que mereció ser visitada por la Reina Isabel II el 12 de marzo de 1883. Obtuvo señalados premios en las Exposiciones de Illinois, de Chicago y en otras capitales de América y de Europa.
Francisco Díaz restauró los alicatados de importantes monumentos sevillanos antiguos, y según hace constar el escritor que le dedica un reportaje en el número 2423 de “La Andalucía Moderna” de 7 de mayo de 1896, logró llamar la atención con sus placas y vasos decorativos, de gusto plateresco, y con sus losetas policromadas planas en fondo amarillo a la manera de Niculoso, obras que revelaban una cultura artística poco común y conocimientos profundos de los procedimientos técnicos.
Gestoso publica que Francisco Díaz dejó más tarde de pintar para dedicarse a la venta de objetos de loza en la tienda que poseía su tía Doña Concepción en la calle de San Jorge, en Triana.
Sigue Cascales afirmando que no había casa aristocrática en la ciudad de la Giralda que no se ufanase en tener alguna obra de don Francisco Díaz entre sus objetos artísticos, y sin embargo, este hombre que debió ser rico por lo mucho que trabajó llegó a la vejez tan pobre que en calidad de tal ingresó en el Hospital de San Bernardo, vulgo de los Viejos, el 20 de julio de 1905. Estando en él, uno de los días que salió de paseo cayó enfermo en la calle. Con este motivo, un sobrino suyo, llamado don Ignacio Díaz, se lo llevó a su casa, en la calle Rodó número 8, y en ella falleció el desventurado artífice el 25 de junio de 1921.
Bibliografía:
1. Gestoso y Pérez, José. Historia de los Barrios Vidriados sevillanos. Sevilla, 1903. p. 351-354 y 455.
2. CASCALES MUÑOZ, JOSÉ. «Las Bellas Artes Plásticas en Sevilla. La pintura, la escultura y la cerámica artística, desde el siglo XIII hasta nuestros días». Toledo, 1929, pp. 119-120