Esta fábrica de cerámica radicada en el popular barrio sevillano de Triana fue una de las más prestigiosas del siglo XX. Fundada por Manuel Ramos Rejano en 1895, desarrollaría su actividad hasta 1965, en diversas etapas: la primera, desde 1895 hasta 1922 en que fallece su fundador, continuada desde ese año bajo la razón social «Vda. e Hijos de Ramos Rejano» y posteriormente «Hijos de Ramos Rejano» , aunque popularmente esta industria siempre se ha conocido y nombrado con los apellidos de su fundador, osea, «Ramos Rejano».
Manuel Ramos Rejano nació en Palma del Río (Córdoba) el 19 de Octubre de 1851, llegando a Sevilla a la edad de trece años con la intención de ingresar en el ejército, pero al fallarle una previsible recomendación ingresa como dependiente en la ferretería sevillana “El Candado” hasta que cumplió 25 años.
En 1876, guiado por su voluntad de tener comercio propio abre junto con su hermano el “Bazar Sevillano”, en la calle Tetuán 10 esquina a calle Lombardos (luego rotulada como Muñoz Olivé), donde se vendían juguetes y bisutería fina, y más tarde cerámica. A través de su cuñado, el pintor José Villegas Cordero (1844‑1921), hermano de Beatriz, su esposa, toma contacto con el mundo artístico y de la cerámica para mejorar su negocio. Se relaciona con los ceramistas Francisco Díaz Álvarez, Fernando Soto, los hermanos Jiménez y Mensaque. Tuvo contacto, aunque menos, con José Gestoso y Pérez.
Tras prosperar en su negocio, decide entrar de lleno en la actividad industrial de la cerámica hacia 1895, tras aficionarse a nuestros barros vidriados. Le dedica tiempo y dinero, buscando por encima de todo una alta calidad artística, en un tiempo en que la competencia entre las distintas fábricas era alta.
Su primera fábrica se abre en la zona de Los Remedios, al término de unas fábricas de cerámica que lindaban con la factoría de loza de Sandeman McDougall, en San Juan de Aznalfarache. En 1905 la traslada a unos locales en la calle San Jacinto, 101, lugar que ocupa hasta su cierre en 1965. En la calle Tetuán mantuvo el escritorio y venta al público hasta su cierre, en cuya fachada había unos faroles que hoy los encontramos en la Capilla de la Hermandad de la Carretería, en pleno barrio del Arenal.
José Gestoso califica a Ramos Rejano de «reputado comerciante e inteligente industrial», y resalta el alto valor artístico y la calidad de la producción, caracterizada por la limpieza de los esmaltes, pulcritud y finura de las labores. Obtuvo una perfección inalcanzable en el proceso de dorado y reflejo metálico de las piezas, que los artistas de los siglos XV y XVI habían ejecutado con tanta maestría. Contó en este terreno con el buen hacer de Cándido Arincón, maestro del reflejo. Contribuyó pues a crear una base sólida para la cerámica moderna en el primer cuarto de siglo XX, que perduró. La firma obtuvo entre otros el Gran Premio de la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929) e Internacional de Lieja (1930).
Manuel Ramos Rejano tuvo seis hijos (cuatro varones y dos hembras), y falleció el 26 de Octubre de 1922, en pleno apogeo y éxito profesional que no pudo disfrutar plenamente, pasando la razón social a denominarse “Fábrica Viuda e Hijos de Ramos Rejano”, e incorporándose su hijo Manuel Ramos Villegas a la dirección hasta el cierre, estudiando Ingeniería Industrial y Ciencias Químicas. A él, que había estudiado ambas carreras universitarias a instancias de su padre para que pudiese continuar y dirigir la empresa con acierto, le corresponde regir la fábrica en la época de la Exposición de 1929, la guerra y la postguerra. Posteriormente, a mediados de siglo, la crisis del sector y las diferencias entre sus sucesores obligaron a cerrarla definitivamente en 1965. Manuel Ramos Villegas falleció en 1970.
La industria comenzó con un número de operarios cercano a cuarenta, y se fueron incorporando pintores de cerámica como Manuel Vigil‑Escalera y Díaz (tuvo allí su estudio particular desde 1915 hasta su fallecimiento en 1938), Enrique Orce Mármol (de 1917 a 1.927, año en que se traslada a la fábrica de la Viuda de Tova), Manuel García Bermúdez, Pedro Navia Campos, José Gómez Perea, Manuel Baena Gutiérrez, y poco más tarde Juan Oliver Míguez (pintor que colaboró con la firma sin estar en plantilla).
Un pintor cuyo nombre está estrechamente unido a la razón “Ramos Rejano” fue Alfonso Chaves Tejada, que ingresó en 1925, siendo nombrado maestro del taller en 1938, a la muerte de su maestro Manuel Vigil-Escalera y Díaz. En Ramos Rejano permanecería hasta el cierre de la misma a mediados de la década de 1960.
Otros pintores de la plantilla fueron Carlos Roquette de la Torre (n. 14/VI/1904, ingresó en 1925, Pedro Lobo de la Vallina (sus hermanas Enriqueta y Amparo eran operarias de la fábrica), Antonio Díaz Ropero, José Colchero Caro, Juan L. Gallego Arillo (ingresó en 1938) José Gutiérrez Rodríguez (n. 15/VII/1914, ingresa en 1939) y el escultor Francisco Cluny y otro llamado Ceballos. Cándido Arincón Ramos era el encargado de la producción del reflejo metálico. En la última época, años sesenta, también colaboró el pintor Antonio Carrera Acosta.
Fuente: Recopilado por Martín Carlos Palomo García, ceramófilo sevillano, a partir de:
(1) CASCALES MUÑOZ, José. Las Bellas Artes Plásticas en Sevilla. Tomo II. Toledo, 1929, pp.125-128.
(2) GESTOSO Y PÉREZ, José. Historia de los Barros Vidriados Sevillanos. Sevilla, 1903.
(3) Entrevista con José Chaves Romero de la Osa, hijo de Alfonso Chaves Tejada, desde 2010.
(4) Entrevista con Teresa Ramos Machuca en 2010.
Agradecemos la aportación fotográfica de Paula Felizón Robles y de José Luis Marín