La ciudad de Torrent concentra uno de los mayores conjuntos patrimoniales de retablos cerámicos devocionales, atendiendo al número que se conserva en las fachadas de las casas, de viviendas y edificios del secano o de los pozos y motores. Aunque en las últimas décadas ha desaparecido una buena parte por las reformas en estos edificios o por expolios, en el caso de aquellos que estaban en desuso, el nuevo Catálogo de Protecciones del municipio, aprobado provisionalmente antes del verano, recoge cerca de sesenta de todo tipo y de diversas épocas.
Aquellos retablos anteriores a 1940 tienen la condición de Bienes de Relevancia Local (BRL) por aplicación de la Disposición Adicional Quinta de la Ley 4/1998, del 11 de junio, del Patrimonio Cultural Valenciano. Su categoría es la de Bien Etnológico de Interés Local. Previamente a la actual protección, estaban incluidos en el Inventario General del Patrimonio Cultural Valenciano, a raíz de los trabajos que realizaron dos investigadores locales: Inocencio Vicente Pérez Guillén (“Dos siglos de pintura cerámica: el conjunto de paneles urbanos públicos de Torrent”, dentro de la colección “Torrens”, en 2003) y Salvador Císcar (“Retaules devocionals d’us públic en Torrent”, en 2006).
Respecto a su antigüedad, pervive un pequeño grupo de la segunda mitad del siglo XVIII y posteriormente hay un goteo a lo largo de todo el siglo XIX, cuando se colocaron sobre todo en viviendas. Ya en el XX, el grueso se sitúa tras la guerra civil española, especialmente en los años 40, aunque también hay conjuntos que datan de los 70 o posteriores. Y sobre la calidad, también es dispar porque se localizan desde retablos que son piezas únicas, hasta otros elaborados en serie en distintos talleres.
El retablo cerámico devocional más antiguo que se conserva la “Sagrada familia”, situado en una casa de la emblemática calle Santa Anna, que está datado en el catálogo en 1780. En este conjunto, la Virgen aparece sentada en el centro con Jesús Niño en brazos mientras que, a la derecha, está San Joaquín anciano con báculo y la prima Santa Isabel. A la izquierda se sitúan la madre de la Virgen, Santa Ana, con un libro cerrado, y San José como hombre maduro. Sobre todos ellos está el Espíritu Santo en forma de Paloma. Fue realizado con pintura cerámica polícroma vidriada sobre un fondo estannífero liso y perfilado con manganeso. Tiene un formato rectangular apaisado, con dimensiones de 1,05 x 1,26 m y un total de 30 piezas. Se sitúa en una especie de hornacina.
En antigüedad le siguen los de Sant Blai, Sant Roc y els Sants de la Pedra todos ellos datados a finales del siglo XVIII, sin especificar el año. El primero, ubicado en una casa de la calle Albal, se compone de un solo azulejo, enmarcado con cuatro cintas azules con dados en los ángulos, que se colocaron en el siglo XX: No posee inscripciones ni tiene hornacina. En él, Sant Blai aparece con vestimenta eclesiástica (gran capa pluvial y mitra) y con un libro abierto en la mano izquierda además del báculo bendiciendo con la derecha, sobre un verde prado y fondo nuboso.
El retablo de Sant Roc es de la misma época. Se sitúa en una casa de la calle sant Miquel y posee una inscripción que revela qué personas lo encargaron: “A devocion de Pasqual Bord / y Josepha Angel». El santo aparece de pie con vestimenta de peregrino y se arremanga la túnica para mostrar la pierna llagada que un ángel a la derecha toca con la mans. La orla tiene filete dorado con amplio centro de jaspe verde. Tiene un formato rectangular vertical y está formado por seis piezas, dentro de una hornacina.
Finalmente, el retablo dels Sants de la Pedra, de finales del siglo XVIII, está en una casa de la calle dedicada a ellos, Sants Patrons. Las piezas cerámicas (nueve en total) se sitúan dentro de una hornacina que, según el catálogo, es del siglo XXI. Los dos santos aparecen de pie en un campo de trigo, con vestimenta a la antigua, y llevan respectivamente un manojo de espigas y un racimo de uvas.
La concejala de Urbanismo, Inma Amat, ha explicado que el consistorio ha incluido en el catálogo todos aquellos retablos que previamente la Conselleria de Cultura tenía en su inventario como Bienes de Relevancia Local. La edila es consciente que algunos fueron retirados de las fachadas y se conservan en el interior de las viviendas, pero no están afectados por la protección. “El ayuntamiento no puede entrar ahí porque ni accedemos al interior de las viviendas”, indica. Respecto a cómo se ha de actuar cuando se interviene en ellos, Amat indica que “hay que distinguir entre lo que se considera entorno de protección de los paneles y la propia fachada donde se ubican”. Ello implica que la protección obliga al “mantenimiento de unas condiciones de ornato y permanencia patrimonialmente adecuadas. “Se protege el panel y su permanencia en la fachada, lo que no quiere decir que lo esté la fachada al completo”.
El investigador de Torrent que más ha profundizado sobre este tipo de patrimonio es Salvador Císcar, que en el año 2006 publicó el libro «Retaules devocionals d’ús públic de Torrent» en el que se recogían cerca de 130 de estos paneles. El hecho de que ahora solo aparezcan en el catálogo unos 60 implica que «muchos otros han ido desapareciendo», bien porque las familias reformaron las fachadas de las casas y los retiraron (algunos para conservarlos en el interior y otros para tirarlos» o bien porque los motores y pozos donde estaban muchos de ellos han sido expoliados. «Ahí te encuentras situaciones terribles como que han intentado arrancarlos y han acabado destrozándolos», explica. Para el estudioso, la protección en un catálogo tiene un valor «siempre que se vigile su conservación» aunque lo básico es que «la ciudadanía se sensibilice con el valor de estos elementos, que pueden conservarse aunque se reformen las fachadas porque se desmontan y recolocan después, como hay ejemplos en la ciudad».
Fuente: Levante. El Mercantil Valenciano. Laura Sena. Torrent